lunes, 19 de mayo de 2014

PRÓXIMO VIERNES 23 DE MAYO, 2014...

"Un rezo para la criatura", EN:

VIERNES en El Andén: TEATRO & Fésten! Todo en El PatiecitO! (ESPERANZA, Santa Fe)

A LAS 00:00 hs.

(Entrada libre y gratuita, salida a la gorra)

LA OBRA

“UN REZO PARA LA CRIATURA
…de Gastón Alvarez.

Los actores: dos que, como toda actuación, juegan a ser otros y se animan a “morir” para cruzar aquel puente que une realidad con fantasía y viceversa.
Dos actores comienzan a prepararse en escena: acomodan los objetos que van a utilizar y se colocan las vestimentas que identifican a los personajes (El “Fotógrafo” y el “Reflejo”).
Aun como actor (no como el personaje), quien va a representar al “fotógrafo”, relata a los espectadores algunos datos sobre la historia de Kevin Carter: un reportero/fotógrafo de la sociedad y la naturaleza, quién en el año 1993 saca una foto que lo hará famoso: un buitre detrás de una niña africana, desnutrida y sin fuerza para levantarse. Un año después de ese hecho, Kevin decide finalizar con su vida al caer en estado de depresión, síntoma con el que acarreaba hace unos años.
Esta descripción, relatada por el actor, es la que da pie al comienzo de la representación de los personajes, quienes se sumergen en la profundidad de la obra a través del rezo cristiano. Pero no vamos a socavar en la historia de un rezo, como ser en este caso: el “Padre Nuestro”. Sin embargo, el significado histórico de este rito es una de las mayores costumbres cristianas, sobre todo a la hora de pedir paz o claridad o serenidad ante una crisis; de ese modo, se acude a lo divino como la salvación de nuestros conflictos existenciales. Claro que nos estamos refiriendo a un sector que da fe de las creencias religiosas; pero a pesar de las diferencias entre las religiones, el rezo es utilizado metafóricamente como un reflejo más de la realidad humana; el intento de querer purgar nuestros egoísmos: “el bien o el mal”, como únicas posibilidades para justificar las acciones cometidas –o un extremo o el otro-.
La religión, ante la creencia de un “más allá”, juega uno de los papeles principales en esta obra, porque es “el actor” quien busca introducirse, adrede, en la representación de un fotógrafo que, al mismo tiempo de recrear a un “Kevin Carter”, se hace cargo de un rol (fotógrafo) que se generaliza –a modo de generosidad-, es todos los fotógrafos comprometidos con la realidad social. Pero en el caso de Carter, su muerte (acudiendo al suicidio) es un intento de unir lo vivido con “el más allá”, como si cruzara por un puente al “después de la vida”. Es la única interpretación que puede leerse al final de su carta de despedida: “ahora he de unirme con mi amigo Ken, si tengo suerte”; su amigo, asesinado mientras fotografiaba a la policía reprimiendo, quienes abren un tiroteo; y la suerte a la que hace referencia, podría entenderse como la llegada al paraíso, un lugar donde descansan las almas de los seres queridos, según la religión cristiana; que ubica a las almas de los mortales en un sitio al cual nos unimos si mantenemos la fe, esa esperanza Salvadora que nos limpia y perdona nuestros pecados, donde quizá nos reencontremos.
           
            El otro individuo encargado de la actuación, quien desde el comienzo de la obra está compenetrado en su personaje, es quien mantiene el misterio de lo que creemos que es y la duda; tal vez nos preguntamos si es la muerte misma a semejanza de los humanos; si es el bien o el mal; si sólo juega el rol de representar emociones. No logramos comprender quién o qué será. Decidimos denominarlo “el Reflejo”; el reflejo de todo lo que interpretamos que es; de lo que desconocemos; las dudas; las emociones; de un Kevin Carter  enfrentado a las injurias de una sociedad, sobre todo, una sociedad que da origen al resto de las sociedades del mundo desde el continente africano. Pero no es éste el personaje que representa a África, al mismo tiempo que sí lo es; porque no pertenece a ese lado del mundo, nace en América del sur. Sin embargo, la unión se ve, justamente, reflejada en la historia de la raza humana, como un ser que acompaña, se expresa, da vida, razona y siente, mata y muere. Quizá, es el puente entre la duda y la claridad.

Por otro lado, tanto los actores como los personajes, dejan de existir ante la aparición de una criatura; la cual se devora todo tipo de creencia en cuestión de segundos. Puede que acá, sea cuando al espectador le surge la mayor duda: “¿A quién o qué crucificaron los humanos?”.

            Y ahora: “La Foto”; esa que tan famosa hizo la historia de Kevin Carter. La imagen verosímil de la realidad. Empírica por mostrarnos lo que muestra, sin ir más allá ni más acá. Y arrebatada por nuestra propia interpretación de lo que creemos y queremos mostrar. La cual trasladamos a nuestras vivencias y costumbres, de un continente distinto pero que jamás pudo dejar de verse reflejado con aquel otro continente. Y de un fotógrafo que carga con una historia hasta el último día de su vida.

            Y por último: la poesía y el canto, encantando la atención expectante, al mismo tiempo que la libera de sus propias tensiones.


Vale aclarar que no es una obra que habla sobre religión ni se encierra a contar la historia de un fotógrafo. “Un rezo para la criatura”, nos invita a reflexionar sobre la realidad que nos toca vivir hoy en día, además de que quienes la interpretan se enfrentan a sus propias verdades como así, el autor, decidió dejar la temática a interpretación de todos los tiempos, hasta los que están por venir; se transforma a cada instante, en cada presentación; y deja en claro que la criatura es más que la representación teatralizada, hasta puede encontrarse fuera de ésta, hacerse llamar espectador y al mismo tiempo ser la tormenta que se aproxima fuera de la sala donde se presenta la obra. [.]